No es una experiencia en tu vida, es… ¡La experiencia de tu vida!
Y te lo cuenta cada uno de los participantes en los diferentes destinos. Descubre sus experiencias y anímate a vivir la tuya propia.
Y te lo cuenta cada uno de los participantes en los diferentes destinos. Descubre sus experiencias y anímate a vivir la tuya propia.
“Ya han pasado ocho meses desde que pisé por primera vez Finlandia. Se dice rápido, pero te puedo asegurar que durante este tiempo me ha pasado de todo: he reído, he llorado, he visto paisajes que en España describía “de película”, he conocido a personas increíbles, he vivido a 40 grados bajo cero durante dos semanas teniendo que ir al cole en bici cada día, he visto más nieve de la que voy a ver el resto de mi vida, he patinado sobre hielo, he esquiado, he ido a Laponia por esas carreteras interminables y llenas de baches… La lista podría ser infinita, créeme. Aunque no todo son buenos momentos, pero creo que eso es parte de la aventura. Es muy difícil ponerle adjetivos a cómo me siento ahora. Sentimientos contradictorios. Una gran parte de mí quiere volver a casa, pero por otra parte me quiero quedar aquí.
Lo que tengo por seguro es que mi manera de ser ha cambiado muchísimo, no tanto mi carácter pero sí cómo soluciono los problemas. Esto ha sido un punto de inflexión en mi vida. He aprendido a respetar, a querer, pero sobre todo a hablar lo necesario y con las palabras exactas”.
“Cuando llegué a Malasia, los tres primeros días los pasamos todos los estudiantes de movilidad en una orientación donde conocí mucha gente de otros países. Fue muy divertido y el último día hicimos una ceremonia en la que nos llamaban uno por uno y nos presentaban a nuestra familia y a los voluntarios.
En todo el tiempo que llevo en Malasia no he sentido ganas de volver, únicamente cuando el avión aterrizó, momento en el que me di cuenta que debía afrontarme a una realidad completamente distinta, ahí sentí un poco de miedo. Pero ahora ya llevo un mes aquí y todo va genial. Me llevo bien con todos y en mi familia me consideran una hermana e hija más. ¡¡Estoy muy contenta!! Además, en el colegio, el primer día me tocó decir unas palabras delante de todos. Así que me preparé un mini discurso medio en inglés medio en malayo. Ese mismo día por la noche hubo una celebración musulmana, donde todos los estudiantes iban a cenar en el gimnasio. Fue divertido, todo el mundo quería fotos conmigo. Cuando voy por la calle también me pasa. Todos me sonríen y me miran, algunos me saludan, otros se quedan parados, otros me piden fotos…
En Malasia, al haber tantas culturas, cuando hay una fiesta importante, AFS organiza una estancia con otra familia para poder vivir la experiencia. Pocas semanas después de llegar era Hari Raya, una gran fiesta musulmana, que se celebra después del Ramadán. Yo pude ir a una familia musulmana y vivir la experiencia. Lo disfruté mucho y comí un montón (tienen unas galletas y unos pasteles deliciosos).”
Cuando llegué a Alemania solo sabía decir lo básico en alemán: presentarme, saludar a la gente, decir gracias, etc. Las primeras semanas solo hablaba en inglés pero cada vez que escuchaba a la gente hablar alemán me preguntaba cómo iba a aprender yo ese idioma. Me costaba mucho intentar entender algo de lo que decían y me ponía muy nerviosa por no pillar nada.
Creo que esta experiencia me ha ayudado mucho a conocerme a mí misma, a darme cuenta de la cantidad de cosas que puedo hacer sola y a aprender muchas cosas por mi cuenta. A ser mucho más independiente y a creer más en mí. Creo que en estos meses he madurado mucho.
Antes de llegar era mucho más tímida, me costaba hablar en inglés con la gente, ya que no me sentía cómoda, pero al llegar a Alemania ese era mi único recurso para hacerme entender y me desenvolví fácilmente. También me he dado cuenta de lo mucho que mis padres en España hacen por mí cada día y de la suerte que tengo de que me hayan dado la oportunidad de vivir esta experiencia.
Estoy segura de que cuando vuelva no será nada como antes, no dependeré tanto de mis padres, seré mucho más independiente y también más abierta a conocer cosas nuevas que seguramente antes no me llamaban ni la atención.
El “boom”, como yo lo defino, es aquella sensación que experimentas cuando asimilas, aceptas o te das cuenta de que han cambiado muchas cosas, de que la experiencia que hasta hace unos minutos parecía un sueño… se está haciendo realidad. Y ese mismo “boom” lo sentí cuando estaba en el bus de vuelta de la orientación de llegada, cuando quedaban apenas unos minutos para conocer a mi familia anfitriona.
Aún me acuerdo de los tan conocidos nervios que hacían estragos en mi estómago al bajar del autobús… Y del shock al ver que mi familia no estaba. Sentí mi móvil vibrar y nada más cogí la llamada las preguntas de mi familia anfitriona llovieron fugazmente. Me preguntaron si veía un castillo, para saber en qué estación estaba, yo obedecí y me giré en todas las direcciones… Pero ningún castillo apareció ante mis ojos, claro está, ningún castillo centroeuropeo. Unos días más tarde descubrí cuál era el castillo del que hablaban y casi hasta me sentí estúpida.
Los primeros en encontrarme perdida en aquella estación fueron una familia de voluntarios, quienes guiaron a mis anfitriones a mí y nos sacaron alguna que otra foto. No discernían mucho de lo que había pensado, pues ya habían hablado conmigo antes. Mientras trataba de descifrar lo que me contaban en el coche de camino a casa, pensé que no podrí tener más ganas de aprender el idioma.”
“Llevo 6 meses de experiencia AFS en Suecia, y aunque parezca imposible, cada día me llevo alguna sorpresa. Algunas de las cosas que más me han llamado la atención ha sido, por ejemplo, el hecho de que todo sueco sepa tocar algún instrumento o que como mínimo sepa cantar. De acuerdo, tal vez no todos toquen un instrumento o canten, pero en su lugar practican algún deporte o trabajan tras el horario escolar, es decir, que les gusta hacer cosas y no estar inactivos.
Algo que también me ha encantado ha sido que, en su mayoría, los suecos suelen, a primeras, ser muy suecos (cosa que no me pillaba de sorpresa cuando escogí Suecia) pero cuando los conoces… se convierten en personas totalmente distintas: son divertidísimos, agradables, vamos, el tipo de personas con el que quieres estar.
Algo maravilloso que te da AFS es la oportunidad de conocer mundo, por lo que, trabajándotelo, puedes tener amigos de cualquier país para el resto de tus vidas, pero aparte de esto, en la zona en la que estés, conocerás gente de otros países, con las que conectarás y forjarás una fuerte amistad y que recordará junto a ti esta maravillosa experiencia de conocer mundo.
Es cierto que uno al principio se siente nervioso por los cambios que están por venir con AFS, pero os puedo asegurar que esta experiencia es una de las cosas más maravillosas que me han pasado: he conocido un país que siempre me ha llamado la atención y he convivido con una familia que me ha recibido sin pedir nada a cambio a excepción de mi promesa de llevarles una parte de mi país y cultura a ellos y he forjado relaciones que mantendré durante muchos años.
Sin duda recomiendo esta experiencia, así que quítate todos esos miedos, haz las maletas y lánzate a la aventura de tu vida.”
Fueron abrazos un poco torpes (o eso pensé yo, que no conocía todavía los someros abrazos noruegos), pero no importó: ¡por fin había conocido a mi familia anfitriona!
La llegada a casa fue muy acogedora. Los tres hermanos nos habían preparado la cena, y pudimos empezar a conocernos alrededor de la mesa.
Fue durante esos primeros días que experimenté una gran sorpresa cultural. Al igual que con el tema de los saludos, todos nosotros nos habíamos hecho a la idea de que para hacer amigos en Noruega teníamos que ser proactivos, pero a la vez comedidos y no molestar. Sin embargo, eran muchos los estudiantes que se acercaban a presentarse, a preguntar si necesitaba ayuda o simplemente a sentarse conmigo. Muchos de esos primeros que se acercaron a mí son ahora mis más cercanos amigos, por lo que les estoy muy agradecido.
Desde entonces, todo ha ido cada vez mejor. Tras las primeras semanas agotadoras vinieron las semanas difíciles pero interesantes, en las que cada día entendía y aprendía más. Después vinieron unas semanas que me parecieron aburridas, porque ya no tenía esa sensación de novedad pero seguía luchando por aprender. Y por fin llegaron las vacaciones de otoño, en las que visité Hardanger con mi familia y en las que hablé casi únicamente noruego. Además, al final de las vacaciones tuvimos el segundo campamento de AFS, que fue una genial recarga de energías.
Ahora, un tiempo después, me siento muy cómodo básicamente en cualquier contexto. Entiendo casi todo lo que se dice en clase y en las conversaciones personales, y no tengo problemas para responder. Estoy muy contento y con muchas ganas de seguir viviendo esta increíble experiencia.
“No sé cómo podría describir con una palabra mi experiencia aquí. Es una montaña rusa de emociones: los primeros días, o incluso semanas, son muy emocionantes porque todo es nuevo, chocante, el idioma es completamente diferente…
Poco a poco empiezas a volverte más independiente y a hacer cosas por tu cuenta, es increíble esa sensación de no tener que depender siempre de alguien. Te sientes muy realizado, y no hay que tener miedo.
El estereotipo que tenemos de que la gente en República Checa es fría es en parte cierto: si te ven no te van rápido a abrazar o no te dan dos besos al conocerte como hacemos nosotros. Igual somos nosotros que nos soltamos demasiado rápido, pero, ¿y qué? Si son muy tímidos para venir a hablar conmigo me acercaré yo, con una sonrisa en la cara y tratando de no meter mucho la pata porque sinceramente merece la pena hacer amigos checos.
Por ahora me lo estoy pasando muy bien y es una experiencia que recomiendo, en la que puedes conocer muchísimas cosas nuevas, conocerte más a ti mismo, crecer como persona y pasar el mejor año (tres o seis meses) de tu vida. También puedes conocer gente nueva, ya sean del país en el que estás u otros estudiantes de AFS, en general hacer amigos por todo el mundo y ampliar tus fronteras.
Y si aún no estás seguro o tienes miedo, sinceramente embárcate en esta aventura porque te lo pasarás genial y vale mucho la pena. Sin importar el destino, siempre descubrirás cosas nuevas.”
“En el aeropuerto de Barajas estaba casi en shock de lo nerviosa que estaba, no sabía en qué me estaba metiendo. Siempre he estado muy unida a mi familia, mi hogar. Tuve ese sentimiento durante los vuelos Madrid-Bruselas y Bruselas-Viena. En Viena conocí a una voluntaria de Eslovaquia que nos recibió súper contenta y emocionada, eso me calmó, conocí a las otras estudiantes AFS y cada vez estaba más tranquila, eso fue porque estaba con chicas en mi misma situación. Aun así no podía parar de pensar que si lo que había hecho era lo correcto o debería haberme quedado en casa. Pensaba que estaba loca (de hecho, a veces lo sigo pensando).
Con el tiempo me estoy dando cuenta que no tendría que haber estado tan asustada porque esta experiencia es simplemente increíble, el tiempo pasa rápido (aunque la primera semana se me hizo eterna) y tengo que aprovechar al máximo. Mi familia eslovaca es genial. Para ser sincera, cuando estaba en Madrid no podía imaginarme cómo sería porque el simple hecho de pensar en el año fuera me agobiaba, me abrumaba pensar en lo lejos que estaría de mi familia, ahora pienso que es una tontería porque no podría estar mejor.”