En septiembre de 1983 llegaron a España 60 estudiantes internacionales de Japón, Islandia, Estados Unidos, Francia, Italia o Canadá. Todos ellos se conocieron en Aranjuez en una semana de convivencia (u orientación, como las llamamos en AFS), donde ya comenzaron a forjar un vínculo grupal que todavía hoy se mantiene unido.
El reencuentro
Hasta aquí, nada especialmete llamativo, ya que desde la década de 1950, organizamos programas de inmersión cultural tanto para estudiantes nacionales en otros países como estudiantes extranjeros en España. Lo sorprendente llega ahora, cuando en mayo de 2024, casi la mitad de ellos (26 de los 60 participantes) se han reunido de nuevo en Aranjuez para revivir aquel encuentro: ¡40 años después!
Del domingo 5 al miércoles 8 de mayo han convivido en el municipio ribereño, donde han rememorado cientos de recuerdos e historias de aquel año que cambió sus vidas y que les permitió ampliar sus propias fronteras (tanto las físicas como las psíquicas). De hecho, muchos de ellos se han dedicado a la cooperación internacional, o a trabajos que implican el contacto con otras culturas y la colaboración con el otro. Tal es el caso de Marie, médico canadiense que trabaja con poblaciones indígenas de su país al norte del Círculo Polar Ártico.
Estos días han revisitado el municipio de Aranjuez. Han disfrutado de una visita guiada por el Palacio Real y sus jardines. También han hecho una excursión a Chinchón. Han comido, han bebido, han reído juntos. Puede que una de las actividades más divertidas y emotivas haya sido la organizada por nuestro voluntariado, capitaneado por Cris Iglesias, donde han evaluado que supuso aquel año en España, alejados de sus casas por primera vez durante tanto tiempo.
Si bien, con el paso de los meses, pudieron llamar también ‘hogar’ a las residencias donde convivieron con una familia anfitriona española. Familias motivadas por un ambiente de apertura y el deseo de descubrir nuevas formas de vida, y que decidieron abrir las puertas de su casa a un estudiante extranjero.
Se amplía la familia y se internacionaliza
La gran mayoría han afirmado que su año de movilidad, que muchos realizaron gracias al programa de becas de AFS Intercultura, supuso quitarse una venda de los ojos y ampliar los horizontes desde muy temprana edad. De hecho, algunos como Greg (originario de Oregon) han formado una familia internacional (su esposa es vietnamita), en parte gracias a este camino intercultural recorrido desde su adolescencia. Deb, también de Estados Unidos, se casó con un marfileño. Mientras que Jenny se casó con un hombre malayo que la ha acompañado también durante este viaje. Ella lo tiene claro: “No creo que hubiera tomado este camino si no hubiera pasado un año enEspaña. Amo viajar, forma parte de mí. Tengo familias en todo el mundo”.
Además, la inmensa mayoría de los participantes ha mantenido el contacto con su familia española a lo largo de las décadas y, todavía hoy, pueden decir que los lazos permanecen más unidos que nunca.
La memoria y el poso de la experiencia
Los participantes, también aquellos que no han podido venir a Aranjuez, han escrito cartas sobre que ha significado para ellos la experiencia. Algunas incluso se han atrevido con el género poético, tal es el caso de la irlandesa Clodagh, que nos ha compartido los siguientes versos:
“El tiempo se expande, se contrae
Y momentos, semanas que fueron justo
momentos, semanas,
despliegan y florecen de nuevo,
para oler el paso diario
de mi alma.
Otros, cuidadosamente ocultos,
sacudidos por los recientes movimientos de emoción,
han erupcionado a través de su enlucido de papel,
arrojando
una vez más, su dolor
Y cubriendo el paisaje con formas nuevas y amargas.
Tal vez ahora,a toda una vida de distancia,
puedo mirar por encima de este paisaje sombrío y
ver su oscura belleza.”