Era sólo una experiencia. Un “capricho”, creía yo, de Montse, mi mujer. Mi hija María iba a pasar un año en los Estados Unidos y sin que casi ni me diera cuenta me encontré con una niña de Hong Kong en 1995.
Ella, cuando llegó, no entendía nada. Yo tampoco. Respetuosa, cariñosa y con ganas de no equivocarse en nada. Fue cuestión de superar un par de semanas. Que lograra hablar con sus padres y que ello no supusiera un llanto incontrolado. Poco a poco Jenifer, nombre familiar de Ho Sau Chun, fue entrando en la casa, en la familia. Era lo previsto. Lo que nos decían que pasaba en todos los casos. Ella no fue la excepción. Fueron diez meses intensos. Con uno menos en la familia, Maria, y con otro más, Jenifer.
Celebró la Navidad. Abrió paquetes como sus hermanos y cantó, a su manera, villancicos. Como aquel que no hace nada se comió dos platazos de cocido navideño. El caldo fue uno de sus últimos descubrimientos. Antes alucinó con el jamón serrano y con aquello de ponerle tomate al pan. Aprendió a pronunciar la “r” y nos reíamos con ella cuando llamaba a su familia y a través del teléfono le oíamos decir “rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr”. Cada día descubría algo. Y nosotros también. Yo estaba convencido de que con el tiempo iba a ser un miembro más de la familia, que se iba a integrar sin problemas. Lo que nunca imaginé es que también iba a ocupar un espacio en nuestros corazones.
Han pasado doce años. Por mi casa han ido entrando y saliendo muchachos de todo el mundo. La “ONU de los estudiantes” me he atrevido a definir mis cuatro paredes. Jenifer volvió a principios de este verano. Llegó con su novio y me dijo: Papá ¿Te parece bien mi novio? ¿Me puedo casar con él? Yo no tenía elección. Era una pregunta protocolaria, de cariño, que me tocó la fibra. Jenifer se casa el próximo mes de mayo y puede ser que mis primeros “nietos” sean de Hong Kong, pensé en silencio por no liarla. Bienvenidos. Y claro que me gusta tu novio. ¿Cómo no iba a gustarme si se te ve tan enamorada…?
Y pensar que todo empezó el día que una niña de Hong Kong atravesó la puerta de mi casa. Nunca pude imaginar que aquel momento llegaría a ser inolvidable. No fue una experiencia, fue ¡una pasada!
Manuel Fanlo, 2007
Familia anfitriona AFS